Dianilis M. Correa Esquilín
Departamento de Biología
Facultad de Ciencias Naturales, UPR RP
El cantar de sus olas y
la bondad de sus astros
invitan al mundo a quedarse.
Aquí el extranjero
adopta una nueva identidad
y los coquíes la defienden
no importando rival.
Aquí sembramos plátanos
y segamos poesía,
fiesta y un pié forzado.
¡Cosecha hay de sobra!
Aquí el temporal
le teme a un Home Run
y si poncha al jugador,
celebramos bañados en oro.
Aquí el oxígeno
se funde con sazón
y el jíbaro en el campo
recobra la vida.
Aquí el recreo es ir a la playa
y sentarse en su falda
con un coco frío
para adornarse con sol.
Aquí una derrota
nos sabe a confetti
y una escapadita
exige agua dulce.
Aquí el enemigo
es un hermano en pandemia
y, en destrucción, las guerras
firman en lista de espera.
Aquí el dolor ajeno
despierta una lucha colectiva
y es respaldada
desde lejanas tierras.
Nos bendice el barrio,
nos añoña la abuela.
Nos cría la arena
y nos divierten las curvas.
Nos duchamos en el Yunque,
nos secan los Yagrumos,
nos viste la artesanía
y nos alimenta la finca.
Nos protege el Grito,
nos respaldan Gigantes,
nos defiende una estrella
y nos transportan los amores.
Somos un 100×35
que conquista al mundo,
un Terruño sembrado
en su corazón.
Somos cuna de leyendas,
hogar de la Osadía,
puerta hacia la perfección
y símbolo de la resistencia.
Somos Perla del Caribe,
oro codiciado,
espuma, arrecife,
palmeras y sabor.
Puerto Rico es música,
el pueblo es tambor
y que estemos presente
es una bendición.